por
Marcelo Fernández
Tristán Tzara, padre del Dadaísmo:
“La poesía no es únicamente un producto
escrito, una sucesión de imágenes y sonidos, sino una manera de vivir, un
estado mental. Ella está en estado latente, esparcida sobre la superficie de
las cosas y de los seres, en la calle, en el niño, o en el alienado. La poesía
es, antes de llegar a ser poema, un sentimiento, una cualidad de las cosas, una
condición de la existencia”
“Murmullo
artificial” es un gran poemario visual, desde las imágenes alegóricas que se
desprenden de sus versos, hasta la disposición lúdica de las frases y las
palabras, que remiten automáticamente a aquella frescura contestataria del
Dadaísmo. Blancos sobre negros, cambios drásticos de tipografías, recortes
elípticos, rectángulos que esconden símbolos; esferas, en cuyo interior, se
repliegan versos sobre sí mismos, como si fuera una metáfora de aquellas escurridizas,
fugaces ideas que intentamos atrapar durante la vigilia, la fiebre o la locura.
Todos
estos recursos estéticos formaron parte de los fanzines contraculturales que
circularon –algunos, muy pocos, siguen hasta nuestros días–, en los años
ochenta, como vehículos de expresión artístico-musical anti sistémicos, de
géneros como el punk, el tecno y el industrial.
Oportunamente,
la lectura de "Murmullo Artificial", nos confronta con nuestra
agobiante realidad cotidiana, con la bruma existencial que nos obnubila la
“razón”, a través de la domesticación del sueño colectivo que lo tiñe todo de
obvias representaciones cínicamente orquestadas, por la lógica efectista del
"rotule y venda" de los mercaderes, “dueños” de las costumbres y la
moral.
Inmerso
en una ensoñación poética liberadora de esas ataduras, Ala Strange, con este
libro viene a descorrer el velo de las matrices ideológicas estigmatizantes,
abriendo los sentidos y la imaginación, en destellos de mito y de sueño. Un
poemario que, a cada página, interpela al lector, para colocarlo en un lugar de
expectación y renovado interés.
A
través de una síntesis explosiva, característica en la obra de Ala, sus poemas
fluctúan entre la rusticidad del espacio urbano, la espontaneidad de lo
efímero, el sabor amargo de la desesperación y el desconcierto, ante
incertidumbres que se nos escapan de toda racionalidad: “Un presagio se escabulle por el basural, supera los atisbos del
atardecer, hasta treparse a los gritos sin contorno”.
La
confluencia de los “abstractos” o de todo aquello carente de márgenes
concretos, definidos, se abisma violentamente en un puñado de palabras que nos
trasmiten todo el mundo visual del autor, cargado de poesía y ensueño.
Quiebres
y contrapuntos, turba de alaridos y voces, agobio existencial infringido por
los nuevos soportes digitales y la tecnología. La pantalla cuadrada, o
rectangular, (ahora flexible y fina como hoja de papel) nos transmite
insistentemente mensajes subliminales de una sociedad alienada. Indicaciones
propagandísticas de cómo vestirnos, qué comer, cuando enfermarnos, qué tipo de
mujer elegir para reproducirnos. Desde la comodidad de nuestros sillones,
asimilamos convencidos esta agenda que nos imponen, sin sentirnos absolutamente
responsables de nada. Entonces, emitidos juicios, opinamos, insultamos, sin
juzgarnos primero a nosotros mismos.
Los
textos de “Murmullo…”, funcionan como espejos a través de los cuales podremos
ver algunas de nuestras más hondas miserias, secretos o actitudes que
aborrecemos, en definitiva, algunas de las señales que ponen de manifiesto
nuestros cotidianos altibajos entre la degradación y el placer, entre la
vitalidad y el hastío.
Toda
escalada existencialista no puede leerse de otra manera que en términos de
contrastes, conflictos y contradicciones con el ser, en pugna por evadirse de
los terrores y el pánico ante la certidumbre de la muerte. “Murmullo
artificial” es, por tanto, un vital manifiesto en clave poética, hacia todas
aquellas contingencias que someten al hombre a un riguroso desafío diario de
reconciliaciones y batallas, tanto con él mismo como con el entorno que lo
rodea. Ese “entorno”, con el que convivimos cada día, en el cual nos entregamos
como autómatas de una masa anónima en continua decadencia. Industrialización de
los cuerpos, domesticación.
En
esta vorágine que nos arrastra a un abismo irrevocable, sin embargo, son
algunas pocas las almas beneficiarias de ciertos destellos de lucidez en medio
de la turba enajenada que es conducida por los páramos de la mediocridad.
“Murmullo…”,
subvierte el orden establecido; trastoca la realidad pensada por los profetas
del marketing y la frivolidad; invita a repensar hábitos arcaicos y tradiciones
moralizantes.
Con
una eficaz sutileza poética, y sin caer en lo panfletario, en esta obra hay crítica
social; hay horror ante el avance inusitado del neo-lenguaje de la virtualidad,
y su colonización cibernética de las subjetividades, incluso de los romances,
frágiles enlaces de promesas o encuentros mentirosos.
En
síntesis, esta obra nos expone al vértigo de reconocernos dentro una ciudad
superpoblada, humeante de toxicidad, bullicio y locura. Esta es la voz y este
es el lugar, de donde emerge la nueva poesía para las nuevas generaciones.
18 de Octubre de 2014