lunes, 24 de noviembre de 2014

“Murmullo Artificial”, de Ala Strange



 por Marcelo Fernández
 
Tristán Tzara, padre del Dadaísmo:
“La poesía no es únicamente un producto escrito, una sucesión de imágenes y sonidos, sino una manera de vivir, un estado mental. Ella está en estado latente, esparcida sobre la superficie de las cosas y de los seres, en la calle, en el niño, o en el alienado. La poesía es, antes de llegar a ser poema, un sentimiento, una cualidad de las cosas, una condición de la existencia”

“Murmullo artificial” es un gran poemario visual, desde las imágenes alegóricas que se desprenden de sus versos, hasta la disposición lúdica de las frases y las palabras, que remiten automáticamente a aquella frescura contestataria del Dadaísmo. Blancos sobre negros, cambios drásticos de tipografías, recortes elípticos, rectángulos que esconden símbolos; esferas, en cuyo interior, se repliegan versos sobre sí mismos, como si fuera una metáfora de aquellas escurridizas, fugaces ideas que intentamos atrapar durante la vigilia, la fiebre o la locura.



Todos estos recursos estéticos formaron parte de los fanzines contraculturales que circularon –algunos, muy pocos, siguen hasta nuestros días–, en los años ochenta, como vehículos de expresión artístico-musical anti sistémicos, de géneros como el punk, el tecno y el industrial.

Oportunamente, la lectura de "Murmullo Artificial", nos confronta con nuestra agobiante realidad cotidiana, con la bruma existencial que nos obnubila la “razón”, a través de la domesticación del sueño colectivo que lo tiñe todo de obvias representaciones cínicamente orquestadas, por la lógica efectista del "rotule y venda" de los mercaderes, “dueños” de las costumbres y la moral.

Inmerso en una ensoñación poética liberadora de esas ataduras, Ala Strange, con este libro viene a descorrer el velo de las matrices ideológicas estigmatizantes, abriendo los sentidos y la imaginación, en destellos de mito y de sueño. Un poemario que, a cada página, interpela al lector, para colocarlo en un lugar de expectación y renovado interés.

A través de una síntesis explosiva, característica en la obra de Ala, sus poemas fluctúan entre la rusticidad del espacio urbano, la espontaneidad de lo efímero, el sabor amargo de la desesperación y el desconcierto, ante incertidumbres que se nos escapan de toda racionalidad: “Un presagio se escabulle por el basural, supera los atisbos del atardecer, hasta treparse a los gritos sin contorno”.

La confluencia de los “abstractos” o de todo aquello carente de márgenes concretos, definidos, se abisma violentamente en un puñado de palabras que nos trasmiten todo el mundo visual del autor, cargado de poesía y ensueño.

Quiebres y contrapuntos, turba de alaridos y voces, agobio existencial infringido por los nuevos soportes digitales y la tecnología. La pantalla cuadrada, o rectangular, (ahora flexible y fina como hoja de papel) nos transmite insistentemente mensajes subliminales de una sociedad alienada. Indicaciones propagandísticas de cómo vestirnos, qué comer, cuando enfermarnos, qué tipo de mujer elegir para reproducirnos. Desde la comodidad de nuestros sillones, asimilamos convencidos esta agenda que nos imponen, sin sentirnos absolutamente responsables de nada. Entonces, emitidos juicios, opinamos, insultamos, sin juzgarnos primero a nosotros mismos.

Los textos de “Murmullo…”, funcionan como espejos a través de los cuales podremos ver algunas de nuestras más hondas miserias, secretos o actitudes que aborrecemos, en definitiva, algunas de las señales que ponen de manifiesto nuestros cotidianos altibajos entre la degradación y el placer, entre la vitalidad y el hastío.

Toda escalada existencialista no puede leerse de otra manera que en términos de contrastes, conflictos y contradicciones con el ser, en pugna por evadirse de los terrores y el pánico ante la certidumbre de la muerte. “Murmullo artificial” es, por tanto, un vital manifiesto en clave poética, hacia todas aquellas contingencias que someten al hombre a un riguroso desafío diario de reconciliaciones y batallas, tanto con él mismo como con el entorno que lo rodea. Ese “entorno”, con el que convivimos cada día, en el cual nos entregamos como autómatas de una masa anónima en continua decadencia. Industrialización de los cuerpos, domesticación.

En esta vorágine que nos arrastra a un abismo irrevocable, sin embargo, son algunas pocas las almas beneficiarias de ciertos destellos de lucidez en medio de la turba enajenada que es conducida por los páramos de la mediocridad.

“Murmullo…”, subvierte el orden establecido; trastoca la realidad pensada por los profetas del marketing y la frivolidad; invita a repensar hábitos arcaicos y tradiciones moralizantes.

Con una eficaz sutileza poética, y sin caer en lo panfletario, en esta obra hay crítica social; hay horror ante el avance inusitado del neo-lenguaje de la virtualidad, y su colonización cibernética de las subjetividades, incluso de los romances, frágiles enlaces de promesas o encuentros mentirosos.

En síntesis, esta obra nos expone al vértigo de reconocernos dentro una ciudad superpoblada, humeante de toxicidad, bullicio y locura. Esta es la voz y este es el lugar, de donde emerge la nueva poesía para las nuevas generaciones.

18 de Octubre de 2014