
Acurrucado
en un refugio nuclear
el hastío inunda mi cara
aferrada a los confines
de un hueco
Nuevamente
las espinas adornan el alborecer
porque le robaste vocales a la misiva
para contemplar
la grandeza de mi horror vagabundo
Algunos arpegios, los deshauciados
anidan en tres rapsodas
Y los pétalos querellan
cuando el lodo refulge en el cielo
Temblando
él roía en la niebla inmunda
como cualquier fantasma errante
Carcomido por caricias
durante los baches del invierno
extraño el mantra de Rama
y el oscurecer de tus párpados